«Tendría que hacer el trabajo… pero mejor me pongo más tarde», «Podría organizar la casa, pero casi mejor, lo hago luego…» o el arte de posponer tareas o procrastinar (cómo se dice científicamente).
Ya lo dice el refrán «No dejes para mañana, lo que puedas hacer hoy». Por varias razones: la primera y más obvia, me quito una tarea pendiente. La segunda, tengo más tiempo para hacerlo como quiero. Y una tercera, al ser más efectivo mi autoestima aumentará.
Peeeeeero…. Es queeeeeee…. Mejooooooor…. y ahí entra la pereza/ansiedad que nos anima a dejarlo para más tarde, a retrasarlo un poquito en pos de un refuerzo inmediato -> alivio y tarea positiva (me veo una serie, me doy un paseo, me distraigo…)
Como dice el vídeo que pongo más abajo, que tal vez conozcas porque ha sido visto miles de veces, entra en acción el cerebro irracional. El cerebro al que cualquier recompensa a corto plazo le vale, el cerebro que no quiere esforzarse en una tarea porque le parece aburrida/exigente/o da miedo afrontarla.
Lamentablemente la amplia gama de distracciones inmediatas no ayuda, por tanto está cada vez más extendida la tendencia a procrastinar.
Por otro lado, cuando percibimos el peligro porque se acerca la fecha de entrega, o el jefe nos da un toque entra en escena el cerebro racional. Ese que si sabe hacer la tarea, y que en el último minuto saca recursos de la chistera nos salva el cuello. Con mayor o menos éxito, pero nos salva. Y por tanto, sin quererlo nos refuerza. Nos manda el mensaje de «al final no ha pasado nada«. Y nos relajamos, aumentando la probabilidad de repetir el esquema de nuevo la próxima vez.
Perfectamente ilustrado en esta charla Ted. https://www.ted.com/talks/tim_urban_inside_the_mind_of_a_master_procrastinator/up-next?language=es