Los pensamientos intrusivos son aquellas ideas o imágenes que surgen en nuestra mente de forma «intrusa», no esperada y no buscada y que suelen tener siempre un contenido desagradable.
Este contenido puede variar desde imaginar cómo tropiezo hasta algo tan extremo como imaginar que matas a alguien. En muy importante aquí diferenciar que no somos lo que pensamos, nuestra personalidad son muchas cosas más.
Este juego malévolo de nuestro cerebro nos invita a cuestionarnos si somos malas personas o nos hemos vuelto locos. Pero tiene una explicación.
He visto en consulta de psicología muchos casos de buenas personas aterradas por estas ideas. Madres que imaginaban hacer daño a sus hijos, ancianos que por un momento pensaban en empujar a alguien en el metro… Estos pacientes se sentían por igual asustados y torturados, porque cuanto menos querían pensar esas cosas más aparecían.
Está comprobado que los pensamientos intrusivos suelen aparecer cuando nuestra mente está más ansiosa, más asustada o más estresada. Pero cuando aparecen y nos preocupamos por ellos, entonces empieza a generarse un nuevo problema y nos obsesionamos. Además esto incrementa nuestra ansiedad y por tanto fortalecemos que sigan apareciendo.
Los pensamientos intrusivos son como una «válvula de escape» juguetona y un poco cruel que usa nuestro cerebro. Pero si cometemos el error de darle significado, de tomárnoslo en serio es cuando generamos el problema real. Es positivo intentar verlos como «vaya tontería se me ha ocurrido», o «fíjate mi cabeza cómo está de loca a veces». Para dejarlos irse por donde han venido. O como mucho, plantearnos qué pasa a nuestro alrededor que nos hace estar diferentes.
Además si les damos significado y nos obsesionamos podemos correr el riesgo de crear pautas para bajar nuestra ansiedad o para que desaparezcan. Y de ese modo algo obsesivo se convierte en obsesivo-compulsivo.
En la consulta de psicología, cuando llegan este tipo de casos hacemos un análisis exhaustivo del problema, pero también de cómo se originó. Que el paciente entienda cómo ha llegado a ese punto, y sobre todo aliviar su culpa en el proceso es muy liberador. Yo diría que es vital, para después hacerse cargo del problema y empezar el tratamiento.
Para el tratamiento es importante localizar la fuente de estrés o el problema ansioso que el paciente está evitando. Trabajar los pensamientos intrusivos y la falta de control sobre ellos, no hay que dominarlos ni evitar que surjan. Hay que gestionarlos para que cada vez sean menos y más cortos hasta que acaban desapareciendo.
También es importante una parte educativa de auto conocimiento para mejorar futuras apariciones de pensamientos molestos y un cambio de pautas en la gestión de la vida diaria.
Es vital en estos casos la práctica de deportes cardio y ejercicios de relajación de forma periódica. Siempre ayudarán en la gestión del estrés de la vida diaria y en el manejo de la adrenalina de nuestro cuerpo.
No dudes en pedir ayuda si te encuentras en esta situación, mejorará notablemente tu calidad de vida.
Pongo aquí algunos ejemplos más de casos de APOL de esta temática:
– Los pensamientos intrusivos no me dejan ser yo misma
– Obsesionado con ser homosexual
– Pensamientos intrusivos y profecía autocumplida.